
El verde siempre ha sido mi color favorito, y creo que es por lo asociado que lo tengo a la felicidad, a la armonía, a la paz que experimentaba de pequeña cuando estaba en el campo rodeada de helechos y robles, jugando, sintiendo la brisa, viendo como se movían las nubes al mismo tiempo que la hierba del suelo y los árboles. Se me ensanchaba el corazón y el alma y me sentía plena y feliz. Todo encajaba y era perfecto.
He tenido la enorme suerte de tener mucho contacto con la naturaleza en mi infancia, de ver cielos sin más luz que la de los millones de estrellas que lo habitan, quizá por eso siempre he buscado eso para mis hijos, espacios abiertos, aire libre y naturaleza, mucha naturaleza.
La naturaleza nos ofrece toda la belleza, armonía, equilibrio y estímulos que cualquier ser humano necesita para su correcto desarrollo. Todas las texturas, colores y sensaciones que podamos imaginar están aquí, se nos ofrecen gratis y desinteresadamente con toda la generosidad de la que siempre hace gala Ella, la Madre Naturaleza. Sencillamente es el lugar perfecto para estar si tienes mucho que aprender.

Desde lo puramente físico y motor, como escalar unas rocas o trepar un árbol, a lo más emocional, al ver como desde el bichín más pequeño hasta el animal más grande, tiene su sitio en la cadena de la vida y qué lugar ocupamos nosotros en esa cadena y en el universo.

Aprender respeto por toda esa maravilla, darle valor, darse cuenta del milagro que es y la suerte que tenemos de estar aquí rodeados de toda esta belleza y preservarla, es uno de los mayores y mejores aprendizajes que podemos dar a nuestros hijos. A respetar a la hormiguita que está trabajando para construir su despensa para el invierno, a la flor que no quiere ser cortada, al ciervo que multiplica por mil la belleza de cualquier paisaje donde aparece.
Esta interacción con lo natural siempre es favorable y positiva y la podemos hacer en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias, desde el parque de al lado de casa, a incursiones en la naturaleza para conectar con la Tierra más profundamente, o incluso desde casa con materiales adecuados. El juego en la Naturaleza cobra una dimensión casi cósmica en el desarrollo de los niños y debemos darles la posibilidad de descubrir todo lo que se les ofrece y que son capaces de hacer.

Como muchos de los que estáis leyendo esto, no siempre tengo el tiempo y la situación para desconectar y tirarme al monte, pero bajar nuestro ritmo y el de nuestros peques, parar el mundo y respirar, es necesario y me atrevo a decir que vital, para nuestra salud física y mental, y este mes que huele a primavera y todo empieza a explotar de vida es el mejor momento para salir al campo y cargar la pila.
Sal de tu letargo invernal, desperézate y abre bien los ojos, porque este mes te vamos a plantear un montón de actividades para hacer con tus cachorros en la naturaleza.